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CARLOS IGLESIAS FERNÁNDEZ

Gimeno Sacristán (2005). La educación que aún es posible. Editorial Morata. Madrid

 Gimeno Sacristán parte del cuestionamiento del planteamiento tradicional de la enseñanza universitaria, para recordar que también en este ámbito del sistema educativo resulta necesario llevar a cabo una serie de principios básicos, consecuencia de una mínima reflexión respecto a lo que debe ser la actividad educativa. Hasta hace poco tiempo, la enseñanza universitaria consideraba como único pilar el valor y la calidad de los contenidos que se transmitían. Sin embargo, lo que es válido para otros contextos educativos, por básico y fundamental, también debe ser contemplado para la organización, planteamiento y desarrollo de la enseñanza universitaria. En concreto: a)     Contenidos relevantes.b)    Principios y reglas mínimas de orientación pedagógica.c)     Naturaleza de los procesos de aprendizaje que se desean implementar, como garantía de la calidad de la enseñanza impartida. Respecto a los contenidos, se hace hincapié en la relativización de los contenidos, en su contextualización dentro del conocimiento y en su orientación hacia la aplicación práctica. En lo que hace referencia a las reglas de actuación pedagógicas, se destaca la preocupación por llevar la enseñanza más allá de la simple transmisión de conocimientos a corto plazo, la atención a la forma de los contenidos, la atención a las formas y a la planificación de las actividades a través de las cuales se va a propiciar el aprendizaje, la evaluación y los objetivos finales que se desean alcanzar (actitud activa, generación de ideas…) Por último, subrayar la importancia del tipo de aprendizaje que queremos inducir, alejado de la mera memorización a corto plazo, y orientada en mayor medida al aprendizaje experiencial, el desarrollo de herramientas autónomas y el aprender a aprender. Creo que, en términos generales, la planificación docente que he elaborado responde (quizás torpemente en algunos aspectos) a los principios generales expuestos por Gimeno Sacristán.  Así, la guía docente intenta hacer evolucionar la asignatura desde un planteamiento basado exclusivamente en clases magistrales (cursos anteriores a la programación que adjunto como “anterior”) o donde comienza a tener cabida algunas otras actividades (trabajos en grupo) hasta otro donde se intenta que la consecución de ciertas competencias generales y específicas sea el criterio en torno al cual se organiza, desarrollo y justifica la totalidad de los elementos que conforman la asignatura. En relación con los principios concretos señalados por el texto de Gimeno Sacristán respecto a los contenidos, creo que figuran en buena medida en la programación de la asignatura. Probablemente los contenidos que se explican en ella se prestan fácilmente a ser presentados desde estas perspectivas. Se trata de contenidos empíricos (definidos y medidos, por tanto, de forma distinta por distintas fuentes estadísticas, por ejemplo ¿ha sido bueno (Zapatero) o malo (Rajoy) el comportamiento experimentado por el desempleo en España a lo largo de la última legislatura?), respecto a los cuales es casi inevitable tener una opinión (efectos de la inmigración es un buen ejemplo actual) y cuya valoración no resulta en forma alguna única. La asignatura, y la actividad de innovación docente que me planteo, se basa en buena medida y parte de la consideración de los contenidos de la asignatura desde esta perspectiva  de que son temas de valoración relativa y opinable. En todo caso, una carencia podría ser la ausencia de coordinación de los contenidos de la asignatura con la de otras asignaturas cercanas del mismo Plan de Estudios. Creo que esto sería una fuente de mejora evidente, aunque la dificultad es que escapa de mi ámbito de control. Debería ser propiciado por los responsables de la licenciatura. Respecto a las reglas mínimas a considerar en la planificación, algunos elementos han sido tenidos en cuenta de manera explicita: diseñar antes que simplemente relacionar contenidos, enumeración y definición de las tareas a realizar, tiempo de las actividades y de trabajo del alumno, por ejemplo. Ideas como la búsqueda de información, su uso y ordenación, hábitos de trabajo, lenguajes oral y escrito, también creo que tienen un cierto reflejo en la programación que he elaborado.  Mi principal preocupación quizás sea el número y tipo de actividades previstas en la asignatura. En definitiva, de manera explícita considero sólo las clases magistrales, el trabajo en grupo y la discusión. Inicialmente pensé en la posibilidad de establecer lecturas obligatorias, o la elaboración de resúmenes de las clases, pero sinceramente me pareció que se recargaba demasiado el trabajo de los alumnos, haciendo demasiado densa la asignatura. Por estos motivos descarté finalmente estas posibilidades. Por último, se intenta ir más allá del aprendizaje memorístico a corto plazo. Aún cuando la programación considera la realización de una prueba escrita, parte de la nota se deriva de la realización de trabajos en grupo y su exposición pública. Estas herramientas de evaluación pienso que se relacionan en buena medida con un aprendizaje basado en la propia experienciación del alumno. En general, por tanto, creo que la programación responde en buena medida a los principios generales expuestos por Gimeno Sacristán, aún cuando mi principal autocrítica sería la necesidad de profundizar su presencia y abordaje en la asignatura. Están presentes, quizás tibiamente, siendo deseable ir algo más allá. Mi opinión es que a través de la propia experiencia en la aplicación de estos enfoques, progresivamente seré capaz de ser más ambicioso en su aplicación y consecución.

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